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LA ÉTICA Y EL PACIFISMO (Albert Einstein)

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Humanista y heraldo de la paz

El hombre, mediante su solo pensamiento puede alcanzar un grado tal de seguridad y de pureza como los griegos han sido los primeros en mostrarlo en la geometría.

Es un verdadero milagro que los métodos modernos de enseñanza no hayan sofocado aún del todo el espíritu sagrado de la curiosidad y la investigación; porque esta planta delicada necesita de la libertad, lo mismo que del estímulo.

La comodidad y la felicidad nunca me han parecido una meta. Estas bases éticas semejan los ideales del rebaño de cerdos… Las metas comunes del esfuerzo humano, obtener posesiones, éxito exterior y lujo, siempre se me han presentado como despreciables, desde que era muy joven.

Los molinos científicos son los que más tardan en moler el grano.

¿Podrán los siglos venideros glorificar a nuestra Europa, en la que durante tres siglos de intensísimo trabajo cultural no han conducido sino a pasar de la locura religiosa a la locura nacional?

Hasta los científicos de los diferentes países se agitan tal como si desde hace meses les hubieran amputado el cerebro.

Todo lo que me dice [se refiere a R. Rolland] muestra la imposibilidad de llegar a una paz duradera con Alemania, como no sea después de aplastarla.

Nada hay de lo que yo no pueda prescindir en cualquier instante.

De lo que tiene real sentido en nuestra propia existencia casi no nosdamos cuenta, y por cierto no debería inquietar al prójimo. ¿Qué sabeel pez del agua en que nada toda su vida? Lo amargo y lo dulce vienen del exterior, lo duro desde dentro, de nuestros propios esfuerzos. La mayor parte de las veces, hago lo que mi naturaleza me impulsa a realizar. Da rubor ganar por ello tanto respeto y tanto amor. Flechas de odio también se han disparado contra mí; pero nunca me alcanzarán, porque de algún modo pertenecían a otro mundo con el que no tengo relación alguna. Vivo en una soledad que es penosa en la juventud, aunque deliciosa en los años de madurez.

En cierto sentido creo que el pensamiento puro es capaz de concebir la realidad como la soñaron los antiguos.

Hoy soy conceptuado en Alemania un científico alemán y en Inglaterra un judío suizo; mas si un día me convirtiera en bestia negra, sería judío suizo para los alemanes y científico alemán para los ingleses.

El culto de la persona humana me ha parecido siempre injustificado.

No obstante, ha llegado a ser mi destino, y existe un desacuerdo desmesurado entre las aptitudes y los poderes que los hombres me atribuyen y lo que soy y puedo ser en verdad. Sería intolerable poseer conciencia de este extraño estado de cosas si no hubiera un hermoso consuelo: es un signo exultante de nuestro tiempo, tan desprestigiado por materialista, el que transforme en héroes a simples mortales cuyos objetivos pertenecen sólo al dominio espiritual y moral.

Las pasiones nacionalistas se han transmutado en llamas. La raíz del mal reside en las tradiciones que se han transmitido de generación en generación por las clases cultas de Europa, tradiciones que desafían la moral cristiana, a la que rinden homenaje de labios para afuera. El quecomete violación y opresión gozará de honores y gloria, mas el quesufre injusticias soportará vergüenza e ignominia. Estas antiguas yperversas tradiciones amenazan sellar la condenación de nuestro continente. Nosotros nos oponemos a ellas con nuestra fe apasionada en la hermandad de todos los hombres.

Todos los días pienso que mi vida, exterior e interior, descansa sobre el trabajo de hombres del presente y de los que ya no se encuentran entre nosotros, y que debo realizar ese esfuerzo para retribuir en igual medida todo lo que he recibido y sigo recibiendo. Experimento la necesidad de ser frugal, si bien a menudo tengo la sensación, apremiante, de que exijo de mi prójimo más de lo conveniente. Considero inaceptables las diferencias sociales, que en realidad están basadas en la violencia. Creo asimismo que sería adecuado para todos tanto para el cuerpo como para el espíritu, una vida exterior sencilla y sin mayores pretensiones.

Advertí que la salvación del pueblo judío sólo era posible si todos los judíos del mundo se adherían a una sociedad viva a la que se alegrasen de pertenecer como individuos y que les permitiera soportar el odio y las humillaciones que habían recibido del resto del mundo.

La organización democrática, parlamentaria, que poseía como base previa tal autoridad e independencia, vacila, pues surgen y se toleran dictaduras, porque el sentimiento de la dignidad y del derecho de la personalidad ya no tiene suficiente fuerza. En el tiempo de dos semanas las masas irracionales de un país pueden ser impulsadas, mediantela prensa, a un estado de tanta furia y excitación que los individuos sesienten dispuestos, vestidos de soldados, a matar y dejarse matar para favorecer intereses de cualquiera que los sepa manejar con habilidad.

Se observa y se siente la falta o la escasez de individualidades, sobre todo en el ámbito de las artes. La pintura y la música han degenerado notoriamente, y han perdido su influencia en los pueblos, en escalamuy significativa y considerable. En la política no sólo faltan cabezasdirigentes, sino que el mismo sentimiento de independencia espiritual yde derecho ciudadano ha sufrido un profundo desmedro.

Considero el servicio militar obligatorio como el síntoma más humillante, en cuanto a la falta de dignidad personal, que padece hoy la humanidad culta. Y de acuerdo con ello, no faltan voces que vaticinanel pronto ocaso de nuestra cultura. Yo no formo parte de ese grupo pesimista; creo en un porvenir mejor.

Los conflictos económicos y políticos y las complejidades de las últimas décadas han provocado peligros que no soñaron ni los más negros pesimistas del siglo pasado. Se aceptaban entonces los preceptos de la Biblia, concernientes a la conducta humana, por creyentes e infieles, como exigencias evidentes por sí mismas, tanto para los individuos como para la sociedad. No hubiera sido tomado en serio nadie que no reconociese que el más alto y eterno fin del hombre era la búsqueda dela verdad objetiva y el saber.

Leyes arbitrarias, opresión, persecución de individuos, de creencias y de comunidades se practican a la luz del día en aquellos países y son aceptadas como justificables e inevitables.

Empero, debemos reconocer hoy con horror que estos bastiones de la existencia humana civilizada han perdido su solidez. Naciones que antaño se mantuvieron dignas se doblegan hoy ante tiranos que se atreven a sostener abiertamente: `Sólo es justo lo que nos conviene'. La búsqueda de la verdad por la verdad misma no tiene justificación ni es tolerada.

Ahora me siento como si fuera una meretriz. Todo el mundo quiere saber lo que estoy haciendo en todo momento y todo el mundo quierecriticarme.

Mi pacifismo es un sentimiento instintivo, un sentimiento que me domina porque el asesinato del hombre me inspira profundo disgusto. Mi inclinación no deriva de una teoría intelectual: se funda en mi profunda aversión por toda especie de crueldad y de odio.

Sólo una vida vivida para los demás vale la pena.

He visto el indigno mimetismo de los judíos de valor y mi corazón sangró.

Si tan sólo una pequeña parte de la fuerza de carácter y de la abnegación de madame Curie existiera en los intelectuales de Europa, ésta tendría por delante un porvenir brillante.

Si realmente quieren asesinarme, que lo hagan.

La política es para un momento, una ecuación es para la eternidad.

Son una extraña gente esos alemanes [se refiere a su viaje a Sud América en 1925 y al agasajo de muchos connacionales importantes] Soy para ellos una flor hedionda y a pesar de ello continúan poniéndome en sus ojales.

Creo en el Dios de Spinoza, que es idéntico al orden matemático del universo. No creo en un Dios que se preocupe por el bienestar y los actos morales de los seres humanos.

La industria de armamentos es, en efecto, una de las más grandes amenazas para la humanidad.

El nazismo surgió de los vientres vacíos.

Antes de desembarcar [en EE.UU.] ocupa mi espíritu un solo pensamiento, o más bien una esperanza. Que las fuerzas que en el país seagitan bajo la superficie puedan manifestarse con más claridad, con una decisión mayor para destruir todo militarismo profesional por temible y poderoso que sea.

Estados Unidos no está exento de responsabilidad por las dificultades en que se encuentra Europa. Con sus despiadadas reclamaciones Estados Unidos acelera en verdad su decadencia económica y moral. Ha contribuido a la balcanización de Europa y debe, por tanto, participar en la responsabilidad por la crisis de la moralidad política y la aparición del espíritu de venganza que se ceba en la desesperación.

La guerra [la ciencia aplicada] nos ha proporcionado los medios para envenenarnos y mutilarnos mutuamente. La paz ha tornado nuestra vida llena de prisa e inseguridad; ha convertido a los seres humanos en esclavos de las máquinas, esclavos que realizan con disgusto el monótono trabajo de todos los días.

Estamos preocupados no sólo con el problema técnico de asegurar y consolidar la paz, sino también con la muy importante tarea de la enseñanza y la ilustración. Si queremos resistir a los poderes que amenazan con suprimir la libertad intelectual, debemos tener presente lo que está en juego y lo que representa esa libertad que nuestros antepasados ganaron para nosotros tras duras luchas. Sin tal libertad no hubiera existido ningún Shakespeare, ningún Goethe, ningún Newton, ningún Faraday, ningún Pasteur, ningún Lister.

Admito el ideal de la democracia, mas rechazo toda forma de nacionalismo.

No acierto a comprender por qué todo el mundo civilizado no se ha unido en un esfuerzo común para poner fin a esta barbarie moderna.
¿Es posible que el mundo no se dé cuenta de que Hitler nos arrastrahacia la guerra?

Nos hemos convertido [carta a Sommerfeld, 1944] en antípodas en loque atañe a nuestras ideas científicas, en lo que esperamos de la ciencia.

Que todo hombre sea respetado como individuo y ningún hombre idolatrado.

Los antisemitas hablan de buen grado de la malicia y la astucia de los judíos, ¿pero se ha visto alguna vez en la historia un ejemplo más sorprendente de estupidez colectiva que la ceguera de los judíos alemanes?

No es un conflicto puramente judío, forma parte de un conflicto social mucho más amplio. Los que tienen se coaligan para defenderse contra los que levantan las manos vacías.

Lo trágico del destino de mi marido es que los judíos alemanes lo hacen responsable de todos los horrores que padecen. Creen que los ha perjudicado con su actitud y en su resentimiento han forjado la consigna de separarse de él. ¡Él, que se ha sacrificado por ellos! ¡Él, que no ha tenido miedo, que no ha retrocedido! Es trágico que los mismos para quienes fue un ídolo lo cubran hoy de lodo.- Elsa Einstein.

Usted cree en el Dios que juega a los dados y yo en las leyes perfectas, en un mundo de cosas que existen como objetos reales, que intento concebir de una manera resueltamente especulativa.

El antagonismo de los intereses económicos en el interior de las naciones y entre ellas mismas es responsable, por cierto, y en gran medida, de la peligrosa y amenazadora situación que hoy existe en el mundo.

Quien trate de afectar el curso de los acontecimientos debe poseer el don de ejercer una influencia directa sobre los hombres y sobre susactividades. Los intelectuales carecen a menudo del don de impresionar a su auditorio. Woodrow Wilson proporciona quizás el más claroejemplo de intelectual. Y no obstante, ni siquiera Wilson parecía dominar el arte de tratar con los hombres.

El hombre ha fracasado en el desarrollo de formas de organización política y económica que garanticen la coexistencia pacífica de las naciones. Ha fracasado en la construcción de un tipo de sistema que elimine la posibilidad de la guerra y proscriba para siempre los criminales instrumentos de destrucción en masa.

Tenemos que erigir puentes espirituales y científicos que unan a las naciones. Debemos superar los horribles muros de las fronteras nacionales.

Hay que revolucionar nuestro modo de pensar y debemos tener el valor necesario para revolucionar las relaciones entre las naciones. Los clisés de ayer ya no nos sirven, y mañana estarán por completo anticuados. Convencer de esto a los hombres de todo el mundo es la misión social más importante y decisiva que los intelectuales hayan tenido nunca que asumir. ¿Tendrán el valor indispensable para elevarse sobre sus propios lazos nacionales en la medida adecuada para inducir a los pueblos del mundo a fin de que cambien sus arraigadas tradiciones nacionales del modo más terminante?

Si la tercera guerra se lleva a cabo con el empleo de armas atómicas, la cuarta se realizará con garrotes y garras.

Yo no me considero el padre de la liberación de la energía atómica. Mi papel en eso fue absolutamente indirecto.

La liberación de la energía atómica no ha creado un nuevo problema. Sólo ha hecho más urgente la necesidad de resolver el que existía.

Pudiera decirse que nos ha afectado cuantitativa, no cualitativamente.

Mientras existan naciones soberanas en posesión de un gran poder, laguerra será inevitable. No se trata de predecir cuándo se producirá, sino que es seguro que ha de producirse. Lo cual también era cierto antes de que la bomba atómica se descubriera. Lo único que ha cambiado es la destructividad de la guerra.

Las grandes potencias unidas en la lucha están divididas ahora en el establecimiento de la paz. Se prometió al mundo la liberación del miedo, mas en verdad el miedo se ha desarrollado con mayor vigor que nunca desde la terminación de la guerra. Se prometió a las naciones liberarlas de la indigencia, pero muchas partes del mundo se enfrentan con el hambre, en tanto que otras viven en la abundancia.

Hemos caído en una situación en la que todos los ciudadanos de todos los países, sus hijos y su trabajo en la vida, se encuentran amenazados por la terrible inseguridad que reina en nuestro mundo. El avance de la técnica no ha elevado la estabilidad y el bienestar de la humanidad.

Por muy fuertes que sean los armamentos nacionales no crean seguridad militar en ninguna nación ni garantizan el mantenimiento de la paz.

La preocupación por el hombre y su destino debe constituir siempre el interés principal de todos los esfuerzos técnicos. No lo olvidéis jamás, en medio de vuestros diagramas y de vuestras ecuaciones.

El proyecto de militarización de la nación no sólo significa una amenaza inmediata de guerra, sino que destruirá seguramente el espíritu democrático y la dignidad del individuo. La afirmación de que los acontecimientos del exterior nos obligan a armarnos es errónea; debemos combatirla con todas nuestras fuerzas. En realidad nuestro propioarmamento creará, a consecuencia de la reacción de las otras naciones,ciertamente la posición en la que sus defensores tratan de fundar susargumentos.

En mi larga vida he aprendido una cosa: que toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil y que, a pesar de todoes lo más valioso que tenemos.

Los auditorios norteamericanos aplauden fácilmente.

Si esperamos [carta a los hermanos judíos, 1948] hasta que las grandes potencias y las Naciones Unidas cumplan las promesas que nos han hecho, nuestros hermanos en Palestina estarían bajo tierra antes de que esos deseos se realicen. Esa gente ha realizado lo único posible en las presentes y deplorables condiciones del mundo.

Ha tomado el destino en sus manos y lucha por sus propios derechos.
A la larga tendrán éxito si el resto de los judíos del mundo les presta su apoyo. Nuestros hermanos de Palestina han demostrado que son capaces de resolver sus problemas económicos.

La carrera de armamentos entre los Estados Unidos y Rusia Soviética, que al principio comenzó como medida preventiva, asume proporciones histéricas. Por ambos lados se están perfeccionando medios destructivos con febril urgencia y dentro del mayor secreto.

Conozco muy poco de la naturaleza [reflexión expresada al rechazar la presidencia de Israel] y casi nada de los hombres.

Cuando era joven, lo único que quería y esperaba de la vida era poder sentarme tranquilamente en un rincón a trabajar, sin que nadie se fijara en mí. Y vean lo que me ocurre ahora.

Las creaciones de nuestra mente deberían ser una bendición, no una maldición para la humanidad.

Son pocos los seres humanos capaces de expresar con ecuanimidadopiniones que difieran de los prejuicios de su contorno.

Juventud: ¿Sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad?

La imaginación es más importante que el conocimiento.

Las proposiciones matemáticas, aun cuando tienen que ver con la realidad, no son ciertas; y en cuanto que son ciertas no tienen que ver conla realidad.

En mi opinión sólo hay una forma de lograr que el público se interese por un gran científico: discutir y explicar, en lenguaje asequible para todos, los problemas y las soluciones que han caracterizado el trabajo de su vida. Esto sólo puede hacerlo quien comprenda el material que ha de manejar.

Como alumno no fui ni muy bueno ni muy malo. Mi punto débil era mi mala memoria, sobre todo cuando había que memorizar palabras y textos.

Prefería soportar todos los castigos antes que aprender maquinalmentey de memoria.

Sólo Euclides ha contemplado la belleza al desnudo.

Me parece que la idea de un Dios personal es un concepto antropológico, que no puede tomarse en serio.

Creo que tenemos que conformarnos con nuestra comprensión y conocimientos imperfectos y tratar los valores y obligaciones morales comoun problema puramente humano, el más importante de todos los problemas humanos.

Nadie puede ser obligado a pertenecer a una comunidad religiosa. Gracias a Dios eso es cosa del pasado.

Nunca había encontrado en el bello sexo una negativa tan firme a mis propuestas [contestación a las mujeres norteamericanas anticomunistas], o al menos nunca me había rechazado, al mismo tiempo, un grupo tan numeroso.

Estos cincuenta años de reflexión no me han permitido acercarme mása la respuesta: ¿qué son los cuanta de luz? Hoy todo hijo de vecino se imagina que lo sabe, pero se equivoca.

Es muy frecuente que los hombres piensen con terror en la muerte. Es uno de los medios de que se vale la naturaleza para mantener la vida dela especie. Desde un punto de vista racional este terror carece de justificación alguna, pues quien haya muerto o no haya nacido todavía no puede padecer ningún accidente. En síntesis, es un terror estúpido, pero inevitable.

Creo, con Schopenhauer, que uno de los motivos más fuertes que llevan al hombre al arte y a la ciencia es la huida de la vida cotidiana, con su dolorosa brutalidad y su desesperada monotonía, de la esclavitud a los propios deseos, en continuo cambio. Una persona de buen carácter quiere huir de la vida subjetiva al mundo de la percepción y del pensamiento objetivo; este deseo puede compararse con la nostalgia que impulsa al hombre de ciudad a cambiar su entorno bullicioso y estrecho por las altas montañas, donde la vista divaga por el aire puro y plácido, y localiza complacida los contornos tranquilos, los cualesparecen construidos para la eternidad.

En el reino de los buscadores de la verdad no hay ninguna autoridadhumana. Quien intenta erigirse en magistrado provoca la risa de los dioses.

El problema con que se encuentran los intelectuales de este país es muy grave. Los políticos reaccionarios [referencia a McCarthy] han logrado que el público observe con desconfianza todos los esfuerzos intelectuales. Para ello les ponen de continuo ante los ojos el fantasma de un peligro exterior. Hasta ahora han obtenido lo que deseaban, y han de pasar a suprimir la libertad de enseñanza y a echar de sus puestos a los que no estén dispuestos a someterse, con lo que los condenarían a perecer de hambre.

He llegado a ver en la muerte una antigua deuda, que por fin voy a pagar.

Mi sentido apasionado de la justicia y de la responsabilidad social ha estado permanentemente en claro contraste con mi escasa necesidad de contacto con otros seres humanos y comunidades. Soy en verdad un viajero solitario y nunca he entregado todo mi corazón a mi país, a mi casa, a mis amigos, ni siquiera a mi familia más inmediata. Ante todos estos vínculos he conservado una sensación de distancia y una necesidad de soledad, sentimiento que aumenta con los años.

Es curioso, pero cuando envejecemos perdemos la íntima identificación del ahora y el aquí; nos sentimos trasladados al infinito, más o menos solitario, sin esperanza ni miedo, como simples observadores.

Sabiduría del materialismo dialéctico:
¿Sudar y trabajar sin descanso para conseguir al fin un grano de verdad? ¡Qué locura matarse trabajando! Nuestro partido establece la verdad por decreto. ¿Hay algún valiente capaz de dudar?

La recompensa es un buen golpe en la cabeza. De esta manera le enseñamos, mejor que nunca, a vivir en perfecto acuerdo con nosotros.

Cuando la máquina adquiere un desarrollo demasiado amplio, termina por ser más barata que el trabajo más barato. No deben olvidar esto los fascistas de Europa, que pretenden, con mezquinos objetivos políticos, que sus países sean poblados más densamente.

Si lo comparamos con el norteamericano, el europeo es más crítico, más tímido, menos amable y solícito, más retraído, más selectivo en sus diversiones y lecturas, y se advierte en él cierto pesimismo.

La conciencia social de los ricos norteamericanos está mucho más desarrollada que la de los europeos. El individuo se cree obligado, como algo que va de suyo, a poner parte de su riqueza, y a veces también de sus energías, a disposición de la comunidad; se lo exige de manera imperiosa la opinión pública, que es una fuerza todopoderosa.

Experimento una profunda admiración por los resultados de los institutos de investigación científica norteamericanos. Somos injustos, en ocasiones, al atribuir la creciente superioridad del trabajo de investigación aquí sólo a una mayor riqueza de medios. En su éxito desempeñan un papel decisivo la dedicación, la paciencia, el espíritu de camaraderíay la capacidad de cooperación.

¡Qué extraña suerte la de los mortales! Estamos aquí por un breve instante. No sabemos con qué designio, aunque a veces creemos advertirlo.

No creo, en absoluto, en la libertad humana según el sentido que le otorga la filosofía. Actuamos todos no sólo por presión externa, sinotambién en función de la necesidad interna.

Por supuesto no es necesario reflexionar mucho para saber, en contactocon la realidad cotidiana, que existimos para otras personas; ante todo para aquellos de cuyas sonrisas y de cuyo bienestar depende nuestra propia felicidad, y además para los muchos, que nos son desconocidos,a cuyos destinos nos sentimos ligados por lazos de afinidad. Lo más extraordinario es que el mundo tenga un sentido.Se toma clara conciencia, aunque sin lamentarlo, de los límites del entendimiento y la armonía en el trato con otras personas.

Las causas del descrédito de las formas de la democracia, que se observa hoy en Europa, no deben asignarse al principio democrático como tal, sino a la carencia de estabilidad de los gobiernos y al carácter impersonal del sistema electoral.

Que un hombre pueda disfrutar mientras desfila a los compases de una banda es suficiente para que me resulte despreciable. Le habrán dado su cerebro sólo por error; le hubiera bastado con la médula espinal desprotegida.

La experiencia más bella que tenemos a nuestro alcance es el misterio. Esta es la emoción sustancial que se halla en la cuna del auténtico artey de la verdadera ciencia.

La política es muchísimo más complicada que la física.

La teoría es asesinada, tarde o temprano, por la experiencia.

Tomar parte activa en las soluciones de los problemas de la paz constituye un deber moral que ningún hombre consciente puede eludir.

Perfección de medios y confusión de fines parece ser la característica de nuestro tiempo.

Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo.

El legítimo valor de un ser humano depende, en principio, de la medida y el sentido en que haya conseguido liberarse del yo.

No son los frutos de la investigación científica los que elevan al hombre y enriquecen su personalidad, sino el anhelo de comprender, el trabajo intelectual, creador o receptivo.

Estoy de veras convencido de que no hay riqueza en el mundo capaz de ayudar a la humanidad a progresar, ni aún en manos del más devoto partidario de tal causa. El ejemplo de las individualidades grandes y puras sólo puede elevarnos a pensamientos y acciones nobles. El dinero apela al egoísmo e invita siempre al abuso. ¿Es posible imaginarse aMoisés, a Jesús o a Gandhi con la bolsa de Carnegie?

Cuando repasamos nuestras vidas y propósitos, en seguida comprendemos que casi todas nuestras acciones y fines están ligados a la existencia de otros semejantes. Advertimos que nuestro carácter se parece mucho al de los animales sociales.

El ser humano es lo que es y asume su importancia no tanto en razón de su individualidad sino como miembro de una gran comunidad humana, que domina su existencia espiritual y material desde la cuna hasta el sepulcro.

La salud de la sociedad se funda, entonces, tanto en la independencia de los individuos que la forman como en su íntima trabazón social. Se ha dicho, con razón, que la base misma de la cultura greco europeo americana, y sobre todo de su esplendente florecer en el Renacimiento italiano, que liquidó el estancamiento medieval, fue la liberación y larelativa independencia del individuo.

Es cada vez más acuciante la división planificada del trabajo, divisiónque provocará la seguridad material del individuo. Esta seguridad y el ahorro de tiempo y energía de que dispondrá el hombre pueden aprovecharse para el desarrollo de su personalidad.

Ver con los propios ojos, advertir y juzgar sin entregarse al poder subyugante de la moda del día, ser capaz de decir lo que se ha visto y sentido mediante una frase sencilla o una palabra justamente adecuada,¿no es maravilloso?

Que te hagan públicamente responsable de lo que han dicho otros en tu nombre, en circunstancias en que no puedes defenderte es una triste suerte. Pero, ¿a quién le sucede eso? Ciertamente a todo aquel que atrae suficiente interés general como para que los periodistas lo persigan.

Hemos aprendido a volar y podemos enviar mensajes y noticias sin dificultad alguna a todos los rincones del mundo, por medio de ondas eléctricas. Empero, la producción y distribución de bienes está desorganizada, de manera que todos han de vivir temerosos ante la posibilidad de verse eliminados del ciclo económico.

Durante la infancia de la filosofía se pensaba, en general, que resultaba fácil descubrir todo lo cognoscible a través de la simple reflexión. Era una ilusión muy comprensible si, por un instante, olvidamos lo que hemos aprendido de la filosofía posterior y de las ciencias naturales. No debe extrañarnos que Platón concediese mayor realidad a las ideas que a los objetos empíricamente experimentables. Inclusive en Spinozay aun en un pensador tan moderno como Hegel, fue este prejuicio la fuerza vitalizadora que parece haber desempeñado el papel decisivo.

Mientras somos jóvenes, los pensamientos pertenecen al amor. Después el amor pertenece a los pensamientos.

Nunca gasto mi inteligencia en algo que puedo encontrar en un libro.
Poco a poco se admitió la idea de que todo conocimiento de las cosas es exclusivamente una elaboración de los datos proporcionados por los sentidos.

Hume comprendió, empero, que los conceptos que debemos considerar fundamentales, como, por ejemplo, la relación causal, no pueden conseguirse a partir del material que nos ofrecen los sentidos.

El hombre abriga un profundo anhelo de certeza en su conocimiento.

Por eso resultaba tan desconcertante el claro mensaje de Hume. La materia prima sensorial, la fuerte única de nuestro conocer, puede llevarnos, por hábito, a la fe y a la esperanza, mas no al conocimiento,y menos a la captación de relaciones que se expresen en leyes.

A fin de que el pensamiento no degenere en metafísica, o en trivial palabrerío, basta que tengamos suficientes proposiciones del sistema conceptual firmemente conectadas a experiencias sensoriales y que el sistema conceptual, mediante su función de ordenador y supervisor dela experiencia sensitiva, muestre la mayor unidad y economía posibles… Todo esto es válido tanto para el pensamiento de la vida diaria como para el pensamiento de las ciencias, elaboradas de la manera más consciente y sistemática.

El intento de combinar sabiduría y poder ha logrado éxito muy pocas veces, y si lo ha logrado ha sido por muy breve tiempo.

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

La alegría de mirar y comprender es el don más excelso de la naturaleza.

Muchas son las cátedras universitarias, pero escasos los maestros sabios y nobles. Muchas y grandes son las aulas, mas no abundan los jóvenes con verdadera sed de verdad y de justicia.

Hoy existe sin duda un anhelo de progreso social, de tolerancia y libertad de pensamiento, de mayor unidad política, que llamamos Europa.

Sin embargo, los estudiantes de nuestras universidades han dejado de encarnar, como sus profesores, las esperanzas y los ideales del pueblo.

Los contrastes y las contradicciones que pueden alojarse simultáneamente en una corteza cerebral echan por tierra cualquier sistema político optimista o pesimista.

La existencia y la validez de los derechos humanos no están escritas en las estrellas.

Por mucho que difieran nuestras ideas políticas [párrafo de una carta al ministro fascista Rocco], sé que concordamos en una cuestión básica: ambos admiramos los triunfos notables de la inteligencia europea y los consideramos nuestros valores más altos. Estas conquistas se afirman en la libertad de pensamiento y enseñanza, según el principio de que el propósito de obtener la verdad debe anteponerse a todo lo restante. Fue este ideal, y sólo él, el que permitió a nuestra civilización iniciar su desarrollo en Grecia y celebrar su resurrección en Italia durante el Renacimiento.

La evolución de la ciencia y de las actividades creadoras del espíritu, exige otro tipo de libertad, que puede llamarse libertad interna.

Esa libertad de espíritu consiste en pensar con independencia de las limitaciones de los prejuicios autoritarios y sociales, como también dela rutina antifilosófica y la costumbre embrutecida.

Pocos son capaces de formarse una opinión independiente de los prejuicios del ambiente y de expresarla con serenidad. La mayoría suele ser incapaz de llegar hasta los prejuicios.

¿Quién cree que todavía existe la modestia auténtica? Me arriesgaría a que me considerasen un viejo hipócrita. Ciertamente no tengo suficiente coraje para enfrentar este peligro.

El proceso de Nürenberg contra los criminales de guerra alemanes se fundaba tácitamente en este principio: no pueden excusarse los actos criminales aunque se cometan por orden de un gobierno. La concienciase halla por encima de la autoridad de la ley del Estado.

El miedo al comunismo ha conducido a prácticas que resultan incomprensibles para el resto de la humanidad civilizada, y exponen a nuestro país al ridículo.

A veces parece que la gente ha perdido el sentido del humor al punto de que el dicho francés “le ridicule tue” haya perdido su valor. Todo lo que ha realizado y pensado la especie humana tiene que ver con la satisfacción de necesidades muy urgentes y con el fin de mitigar el dolor.

En el hombre primitivo es fundamentalmente el miedo lo que produce ideas religiosas: miedo al hambre, a los animales feroces, a la muerte.

No pocas veces, un reyezuelo o caudillo, o una clase privilegiada, cuya posición se apoya en otros factores, combina su jerarquía sacerdotal con la autoridad secular; o bien hacen causa común con la clerecía para defender sus intereses.

No es fácil encontrar entre los talentos científicos más profundos uno solo que carezca de sentimiento religioso propio.

Las Sagradas Escrituras judías expresan de manera admirable la evolución de la religión del miedo a la religión moral, la que continúa en el Nuevo Testamento. Las religiones de todos los pueblos civilizados, en particular los de Oriente, son ante todo religiones morales.

Los genios religiosos de todas las épocas se distinguen por un sentimiento piadoso que llamo cósmico, el cual no conoce dogmas ni un Dios concebido a imagen del hombre.

Ciertamente entre los herejes más conocidos encontramos hombres de este tipo superior de sentimiento religioso, juzgados en muchos casos ateos y a veces también santos. Si consideramos de esta manera a hombres como Demócrito, Francisco de Asís y Spinoza, comprobaremos que hay entre ellos profundas relaciones.

La conducta ética de un hombre debería fundarse, en efecto, en la compasión, la educación y los nexos y necesidades sociales. No se necesita ninguna base religiosa. Triste sería la condición de un ser humano que tuviera que reprimirse por temor al castigo y por la esperanza de una recompensa después de la muerte.

Los más excelsos principios de nuestras aspiraciones y juicios nos son proporcionados por la tradición religiosa judeocristiana.

El fin del individuo es servir más que regir.

El científico está convencido de la existencia de la causalidad universal. Para él el futuro es tan inevitable como el pasado. En la moral no hay nada divino; es algo puramente humano. Su sentimiento religioso asume la forma de un asombro extasiado ante la armonía de la ley natural.

El método científico solo no puede, en realidad, indicarnos cómo se textobuscadopormirelacionan los hechos entre sí y cómo se condicionan. El propósito de lograr este conocimiento objetivo corresponde a lo más elevado de que textobuscadopormies capaz el hombre, y descuento, desde luego, que nadie sospechará que intento rebajar los triunfos y las luchas heroicas del hombre en esta esfera.

Ciencia es el intento, ya secular, de agrupar mediante el pensamiento sistemático los fenómenos perceptibles de este mundo en una asociación lo más amplia posible. De manera esquemática, es tratar de reconstruir posteriormente la existencia a través del proceso de conceptualización. Mas cuando me pregunto qué es la religión no puedo dar una respuesta tan concreta.

Hay conflicto entre ciencia y religión si una comunidad insiste en la verdad absoluta de las afirmaciones contenidas en la Biblia. Esto representa la intromisión de la religión en la ciencia. Aquí hemos de situar la lucha de la Iglesia frente a las doctrinas de Galileo y Darwin.

La ciencia sólo pueden crearla los que se hallan profundamente impregnados del anhelo de alcanzar la verdad y de comprender las cosas.
Y este sentimiento surge, en efecto, de la esfera de la religión.

La fuente originaria del conflicto entre la religión y la ciencia reside ciertamente en el concepto de un Dios personal.

En su lucha por el ideal ético los profesores de religión deben tener suficiente talento para prescindir de la doctrina de un Dios personal, esto es, eludir esa fuente de temor y esperanza que proporcionó en el pasado tanto poder a los sacerdotes.

En tanto más progrese la evolución espiritual de la especie humana, más seguro me parece que el camino que conduce a la verdadera religión pasa, no por el temor a la vida y el miedo a la muerte y la fe ciega, sino por la lucha en favor del conocimiento racional.

La función de establecer objetivos y definir juicios de valor supera las posibilidades de la ciencia.

Un pueblo que honrase la falsedad, la difamación, el fraude y el asesinato no podría durar largo tiempo.

Mientras la religión profesa el amor fraterno en las relaciones entre individuos y grupos, el escenario actual más semeja un campo de batalla que una orquesta.

La interpretación de la religión que expongo aquí, supone una subordinación a la actitud religiosa por parte de la ciencia. Esta relación se menosprecia con excesiva facilidad en esta época en que predomina el materialismo.

Creo, por cierto, que el desmedido acento en lo puramente intelectual (que se dirige sólo hacia la eficacia y lo práctico) de nuestra educación ha llevado al debilitamiento de los valores éticos.

La falta más grave es no tener conciencia de ninguna falta.

Sin una cultura ética no puede haber salvación para la humanidad.

Nada valioso puede obtenerse si no es por la cooperación desinteresada de los individuos. Por tanto, el hombre de buena voluntad nunca es tan feliz como cuando se incorpora a una iniciativa comunitaria a costa de grandes sacrificios, con el único fin de fomentar la vida y la cultura.

El auténtico arte del maestro reside en despertar la alegría por el trabajo y el conocimiento.

La autoridad del maestro debe basarse lo menos posible en medidas coactivas, de manera que la única fuente de la estima hacia el profesor surja de sus cualidades humanas e intelectuales.

Uno siempre da un triste espectáculo cuando se queja de otro que, a su vez, procura vivir a su manera.

La historia debería emplearse en el sistema educativo para interpretar el progreso de la civilización, no para inculcar ideas de poder imperialista y de éxito militar.

¿De dónde puedo sacar yo, que soy un lego en el campo de la pedagogía, el valor para exponer mis opiniones sin más fundamento que mi experiencia y mis creencias personales?

Las palabras son y siguen siendo un sonido vacío, y el camino del fracaso siempre ha estado sembrado de fidelidad verbal a un ideal. Las grandes personalidades no se forman con lo que se oye y se dice, sino mediante el trabajo y la actividad.

Para mí, lo peor es que la escuela emplea esencialmente el temor, la fuerza y la autoridad. Este método destruye los sentimientos sólidos, la sinceridad y la confianza del alumno en sí mismo. Crea un ser sumiso.

Mucha gente ha citado la teoría de la lucha por la vida y de la selección natural de Darwin como acicate para fomentar el espíritu de lucha.

La escuela debe plantearse siempre como finalidad que el joven salga de ella con una personalidad armónica, y no como un especialista.

Una persona que sólo lee periódicos, y como mucho libros de autores actuales, es como un miope que se burlara de las gafas.

La primacía de los tontos es insuperable y está garantizada para todas las épocas. El terror de esa tiranía se mitiga por su ineficacia y sus consecuencias.

Debemos a unos cuantos autores de la antigüedad que la gente de la Edad Media se librara, con esfuerzo, de las supersticiones y de la ignorancia que ensombrecieron la vida por más de cinco siglos.

En el estado actual de desarrollo tecnológico sólo puede protegernos una organización supranacional que disponga de un poder ejecutivo bastante fuerte.

El estudiante debe adquirir un profundo sentimiento de lo bello y lo éticamente bueno. De otro modo, con la especialización de sus conocimientos semejará más un perro bien adiestrado que una persona armoniosamente desarrollada.

Sólo a una pequeña minoría le es dable fascinar a su generación a través del humor y la gracia.

Resulta inevitable que la actividad del investigador individual se limite a un sector cada vez más reducido de los conocimientos. Y lo que es peor, esta especialización torna cada vez más difícil que podamos captar de modo general la ciencia en su conjunto.

Gandhi es el hombre que ha enfrentado a la brutalidad de Europa con la dignidad de un simple individuo, la que le permitió mostrar así su superioridad.

Los griegos habían concebido la naturaleza atomística de la materia, pero los científicos del siglo XX elevaron su probabilidad en alto grado.

El conocimiento existe en dos formas: inerte y sin vida, almacenado en libros, y viviente en la conciencia de los hombres.

Si pongo tantas esperanzas en el futuro de una organización internacional, este sentimiento no se funda tanto en la confianza que me inspiran la inteligencia y las elevadas miras del hombre sino en la presión imperiosa de los acontecimientos económicos. Y dado que éstos son resultado, en parte, del trabajo de los científicos más retrógrados, también ellos ayudarán a crear, sin quererlo, la organización internacional de la ciencia.

El método lógicamente más simple, aunque también más audaz de alcanzarlo, es una economía planificada en la que sea la comunidad la que distribuya y produzca los bienes de consumo. Esto es básicamente lo que ahora se intenta en Rusia. Sólo el tiempo revelará el resultado de tal experiencia.

Soy de opinión de que el Estado sólo puede brindar un servicio efectivo a la industria como fuerza reguladora y restrictiva.

La actitud de la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones en la lucha contra las tendencias patrioteras y militaristas, que impregnan la educación en diversos países, ha sido tan tibia que no se puede esperar de ella ningún resultado apreciable en esta importante cuestión.

Es necesario fortalecer la organización política de Europa para lo cual hay que acabar, poco a poco, con las barreras aduaneras. Ante todo se impone modificar la mentalidad de la gente.

Si se pudiese conseguir de alguna manera que el poder adquisitivo de las masas, medido en términos reales, no descendiese por debajo de un mínimo determinado, serían imposibles las paralizaciones del ciclo industrial, como el que padecemos.

El destino de la humanidad civilizada depende, sobre todo, de las fuerzas morales que sea capaz de generar.

El desarrollo de métodos mecánicos de destrucción ha alcanzado tal nivel que si no descubrimos con urgencia un medio de impedir la guerra la vida humana resultará insoportable.

Se creó el Estado para servir al hombre, no al hombre para servir al Estado. Se puede decir lo mismo de la ciencia. Resultan viejos proverbios forjados por hombres para quienes la personalidad significaba el supremo valor humano.

Mientras los ciudadanos inteligentes y probos sufran agresiones mediante leyes, tribunales y policía, todo ha de seguir igual.

Al desarme material, se insiste, ha de preceder el desarme espiritual. Dicen también, y con razón, que el mayor obstáculo que se opone a la paz es el espíritu nacionalista tan exagerado que se encierra en esa palabra tan sonora y mal empleada: patriotismo.

Creo que la introducción del servicio militar obligatorio es causa principal de la decadencia moral de la raza blanca, que no sólo amenaza la supervivencia de nuestra civilización, sino nuestra propia vida.

La Revolución francesa trajo esta maldición, junto con numerosos beneficios sociales, y arrastró después a las demás naciones.

Lo que el genio creador del hombre ha realizado en los últimos cien años podría habernos ofrecido una vida mucho más placentera y tranquila si el desarrollo de la capacidad de organización hubiera estado al nivel del progreso técnico.

Lo moral no puede reemplazarse, gracias a Dios, por la razón.

No existe acontecimiento de los últimos años que refleje mejor la triste situación de los principales países civilizados del mundo que el fracaso de las conferencias de desarme que se han celebrado hasta ahora.

Y ello no se debe sólo a las intrigas de los políticos ambiciosos y sin escrúpulos, sino también a la indiferencia y a la debilidad de los ciudadanos de todos los países.

Estados Unidos ha ayudado a balcanizar Europa y comparte, pues, responsabilidad del hundimiento de la moralidad política y del aumento de ese espíritu de venganza que se nutre en la desesperación.

Los poderosos grupos industriales interesados en la fabricación de armamentos están haciendo cuanto pueden, en todos los países, para impedir un arreglo pacífico de las disputas internacionales.

En vez de concederse permiso a Alemania para establecer el servicio militar, debería prohibirse en las demás naciones.

Pienso que en la próxima guerra deberían ir al frente las mujeres patriotas en vez de los hombres. Sería, por lo menos, una novedad en este lúgubre asunto. Y además, ¿por qué no habrían de tener estos heroicos sentimientos del bello sexo un desahogo más pintoresco que los ataques a un civil indefenso? [El civil indefenso es él mismo]

Si antes bastaba con que el individuo se liberase, en alguna medida, de su egoísmo personal para convertirse en miembro valioso de la sociedad, ahora hay que exigirle también que supere el egoísmo personal y de clase.

Los intereses de cada país deberían subordinarse a una comunidad más amplia.

Resulta un hecho universal que las minorías (sobre todo cuando los individuos que las componen pueden identificarse por sus rasgos étnicos) sean tratadas por las mayorías, entre las que viven, como humanamente inferiores.

Los físicos se encuentran en una posición no muy diferente a la de Alfred Nobel. Este inventó el explosivo más poderoso que la humanidad había conocido hasta entonces. Para compensar, y con el objeto de aliviar su conciencia, instituyó premios para el fomento y conquista de la paz.

Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad la consiguiesen antes, lo cual, dada la mentalidad de los nazis, habría significado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo. Pusimos dicha arma en manos de los norteamericanos y de los ingleses como representantes de toda la humanidad y defensores de la paz y de la libertad. Mas hasta ahora no hemos visto ninguna garantía de paz, ninguna garantía de las libertades que se prometieron a los pueblos en la Carta del Atlántico.

A partir de la fabricación de la primera bomba atómica nada se ha hecho para salvar a la humanidad de la guerra; mucho se ha realizado, en cambio, para aumentar la capacidad destructiva.

Las energías de la naturaleza o cósmicas son inagotables, eternas, y el hombre sólo puede operar con ellas en partes infinitesimales.

Descarto el peligro derivado del comienzo de una reacción en cadena de tal magnitud que destruya el planeta o parte de él. Elimino esta idea porque si el hombre hubiera sido capaz de provocarla mediante una explosión atómica, ya debería haber sucedido por la acción de los rayos cósmicos que de continuo llegan a la superficie de la Tierra.

Acabamos de salir de una guerra en la que hemos debido aceptar la degradante falta de principios éticos del enemigo. Y en lugar de mostrarnos liberados de esas bajezas… adoptamos la inmoralidad de nuestros contrincantes.

Es posible que si todas las naciones occidentales adoptaran el socialismo, el conflicto por el poder entre el Este y el Oeste subsistiría. Los apasionados alegatos contra los sistemas económicos actuales me parecen del todo irracionales.

Llegará el día, creo, en que deberá existir un gobierno mundial aunque sea después de una nueva guerra.

Uno de los fundamentos del sistema comunista del Este es cierta similitud con la religión, determinada capacidad para inspirar las emociones que surgen normalmente en el ámbito religioso.

Llevados a error, sobre todo por los éxitos de Bismarck, los alemanes han pasado por una profunda transformación de su mentalidad, y de esta manera, en menos de un siglo, se han precipitado en la ruina absoluta.

Con toda franqueza confieso que la política exterior de los Estados Unidos, a partir del cese de las hostilidades, me ha recordado la actitud de Alemania en los tiempos del Kaiser Guillermo II y sé que esta penosa analogía es compartida por muchas personas.

En nuestra época la mentalidad militarista es más peligrosa que antes, pues los armamentos ofensivos son mucho más potentes que los defensivos.

La energía atómica… puede intimidar a la humanidad para que ordene sus asuntos internacionales, lo cual no haría sin la presión del miedo.

Todo gobierno es malo en sí mismo, en cuanto lleva en su seno la tendencia a convertirse en una tiranía.

Si nos aferramos al concepto y a la práctica de la soberanía ilimitada de las naciones, la consecuencia será que cada una se arrogará el derecho de conseguir sus fines mediante la guerra.

Los que nos preocupamos por la causa de la paz y el triunfo de la razón y la justicia sabemos la escasa influencia que la razón y la buena voluntad ejercen sobre los acontecimientos políticos.

A través de una penosa experiencia aprendimos que el pensar racional no es suficiente para resolver los problemas de nuestra vida social.

Sumergidos en el trágico destino que nos ha conducido a colaborar en la elaboración de métodos de aniquilación más horribles y eficaces cada vez, los científicos debemos aceptar que nuestra solemne y trascendental misión es hacer cuanto esté a nuestro alcance para impedir que esas armas sean empleadas con la brutal finalidad con que han sido inventadas.

Al paso de los siglos el estado de anarquía de los asuntos internacionales ha ocasionado sufrimientos y destrozos imposibles de narrar; una y otra vez se ha impedido el desarrollo de los hombres, de sus espíritus y de su bienestar. En ocasiones se ha llegado al aniquilamiento casi total de pueblos enteros.

El Estado se ha convertido en un ídolo moderno cuyo poder de sugestión puede ser contrarrestado por muy pocos hombres.

Hay que revolucionar nuestro modo de pensar, revolucionar nuestras acciones y tener el valor de revolucionar las relaciones entre los países.

En el campo de la economía el descubrimiento de ciertas leyes generales es dificultado por el hecho de que los fenómenos económicos observados se hallan a menudo influidos por muchos factores que es complejo evaluar por separado.

Los pueblos conquistadores se constituyeron de manera legal y económica, como clase privilegiada. Se apropiaron de las tierras y establecieron un clero salido de sus propias filas. Los sacerdotes, dueños de la educación, lograron que la división de clases sociales se convirtiera en una institución permanente y crearon un sistema de valores que en adelante, y de manera hasta cierto grado inconsciente, delimitó la conducta social del pueblo.

La tradición histórica data, por cierto de ayer. De ningún modo hemos superado de verdad lo que Thorstein Veblen llama la “fase depredadora” del desarrollo humano.

Puesto que el verdadero objetivo del socialismo es superar y avanzar más allá de la etapa depredadora, la ciencia de la economía, en su estado actual, puede arrojar muy poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

El socialismo se encamina hacia un fin social y ético. La ciencia, por su parte, no puede crear fines, y menos inculcarlos en los seres humanos.

En tanto que el contrato laboral es libre, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la cantidad de mano de obra solicitada por el sistema en relación con el número de trabajadores que compiten por un puesto de trabajo.

El hombre es una criatura solitaria y social. Como ser solitario intenta proteger su propia existencia y la de los que están cerca de él; pretende satisfacer sus deseos personales y desarrollar sus habilidades innatas.
Como ser social busca el reconocimiento y el afecto de sus congéneres, quiere compartir sus placeres, consolar a los demás en sus penurias y mejorar las condiciones de vida del prójimo.

El individuo está en condiciones de pensar, sentir, luchar y trabajar por sí mismo; pero en su existencia física, intelectual y emocional depende tanto de la sociedad que no es posible pensar en él o comprenderlo fuera del marco de aquella.

El hombre ha de hallar el significado de su vida, por estrecho y peligroso que sea, sólo mediante una entrega de sí mismo a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista, tal como existe hoy, es, según mi opinión, la fuente de todos los males.

El propietario de los medios de producción está en condiciones de comprar la capacidad laboral del trabajador. Mediante el uso de los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista.

Creo que el peor daño que ocasiona el capitalismo es el deterioro de los individuos.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, a causa de la competencia entre los capitalistas y en parte en razón del desarrollo tecnológico y la creciente división de la clase obrera.

El resultado es una oligarquía del capital privado, cuyo enorme poder no puede ser eficazmente controlado ni siquiera por una sociedad política fundada en principios democráticos.

En la actualidad, además, los capitales privados controlan, en forma directa o indirecta, las principales fuentes de información (prensa, radio, educación)

El objetivo de la producción es el beneficio, no el consumo.

El interés por el lucro, conjugado con la competencia entre los capitalistas, es el origen de la inestabilidad del ritmo de la acumulación y empleo del capital que conduce a severas y periódicas crisis.

Pienso que existe un único camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, fundada sobre un sistema educativo orientado hacia objetivos sociales.

La realización del socialismo exige resolver algunos problemas socio políticos de gran dificultad. Dada la centralización del poder político y económico, ¿cómo impedir que la burocracia se convierta en una entidad omnipotente y arrogante?

La idea de conseguir la seguridad del país por medio del armamento, en el estado actual de la técnica militar, no es más que una ilusión desastrosa.

Es imposible alcanzar la paz en tanto cada uno de nuestros actos se realiza con mira a un presunto conflicto bélico.

Los seres humanos somos siempre los mismos. No hay cambios profundos. No tiene mucha importancia que trabajemos cinco horas o dos. Nuestro problema es de índole social y económica a nivel internacional.

Considerados en su totalidad pienso que los principios de Gandhi fueron más acertados que los de cualquier político de nuestra época.

Sin comprensión y sin cierta dosis de confianza mutua ninguna institución que vele por la seguridad colectiva de las naciones será eficaz.

Era difícil evitar que la Declaración de los Derechos del Hombre estuviera redactada en la forma de un documento legal, que por su rigidez puede conducir a interminables discusiones.

Sólo la abolición radical de las guerras y de la amenaza de guerra puede valer algo.

¿Cómo podemos contribuir a lograr una existencia más segura y tolerable en esta Tierra ya tan degradada?

La intromisión de las autoridades políticas en la vida científica de nuestro país es evidente en el impedimento de los viajes de los científicos e investigadores americanos hacia el exterior y del acceso a este país de científicos de otras naciones. Esta conducta mezquina por parte de nación tan poderosa es el síntoma peligroso de una dolencia que tiene raíces mucho más profundas.

Los judíos constituyen una comunidad unida por lazos de sangre y de tradición y no sólo por un credo religioso; la actitud del resto del mundo hacia ellos es una prueba de este aserto. Hace quince años, al llegar a Alemania, descubrí por primera vez que yo era judío, y debo ese descubrimiento más a los gentiles que a los judíos.

Un centro en Palestina es un objetivo digno de que en él se concentren todos nuestros esfuerzos. Se llama a esto nacionalismo, con cierta razón… De todas maneras se trata de un nacionalismo cuyo fin no es el poder sino la dignidad y la salud moral. Si no tuviéramos que vivir entre personas intolerantes, mezquinas y violentas yo sería el primero en rechazar todo nacionalismo en favor de una comunidad universal.

La tradición del pueblo judío está impregnada de un amor por la justicia y la razón que debe continuar operando en bien de todos los hombres, ahora y en el futuro. En tiempos modernos esta tradición ha producido hombres como Spinoza y Karl Marx.

Es nuestro deber permanecer fieles a las tradiciones morales que nos han permitido subsistir durante milenios, a pesar de las oscuras tormentas que se han desencadenado sobre nuestras cabezas. Al servicio de la vida el sacrificio se transforma en una gracia.

La nuestra es una comunidad que posee una tradición moral, la que siempre ha demostrado su fuerza y su vitalidad en tiempos de prueba. En todas las épocas ha dado hombres que representaron la conciencia del mundo occidental, defensores de la dignidad humana y de la justicia.

De modo muy claro se ha proclamado que no intentamos crear una sociedad política; según la antigua tradición del judaísmo, el nuestro es un objetivo cultural, en la más amplia acepción del vocablo. Así pues nos corresponde vivir junto a nuestros hermanos árabes de manera abierta, generosa y digna.

El objetivo que han prescripto los dirigentes del sionismo no es político sino social y cultural. En Palestina, la comunidad debe intentar que se concrete el ideal de la sociedad que alentaron nuestros antepasados, como está descripto en la Biblia. Según este criterio, establecer una universidad judía en Jerusalén es uno de los propósitos más importantes de la organización sionista.

Es posible ser un europeo civilizado, y a la vez un ciudadano correcto, sin dejar de ser un judío consciente.

Las nacionalidades insisten en seguir sus propios destinos y se niegan a toda clase de mezcla. Sólo con la tolerancia y respeto mutuos puede conseguirse una situación satisfactoria.

Si se escinde del judaísmo a los profetas, y del cristianismo, tal como lo enseñó Jesucristo, todas las interpolaciones posteriores, en particular las del clero, nos quedaría una doctrina capaz de curar a la humanidad de todos los males sociales.

La búsqueda del saber por el saber mismo, un amor por la justicia casi fanático y el afán de independencia personal son los rasgos esenciales de la tradición judía, que me permiten dar gracias a mi destino por pertenecer a ese pueblo…

En mi opinión, desde el punto de vista filosófico, no existe una concepción del mundo judía. Creo que el judaísmo sólo se interesa por la actitud moral en la vida y hacia la vida.

Desearía que se concluyese un acuerdo razonable con los árabes, sobre la base de una vida pacífica en común; me parece que esto resultaría preferible a la creación de un estado judío.

El vínculo que ha unido a los judíos a lo largo de miles de años y que aún los sigue uniendo, es el ideal democrático de la justicia social, conjugado con el designio de ayuda mutua y de tolerancia entre los hombres.

Quizá más que de su tradición misma, el grupo judío se ha beneficiado de la opresión y del antagonismo que siempre ha hallado en el mundo.

Nosotros y nuestros vecinos hemos tenido menos culpa que las organizaciones internacionales de que no se consiguiera establecer una Palestina unida, en la cual judíos y árabes vivieran como iguales, libres y en paz.

En tanto se me permita elegir, sólo viviré en un país en el que haya libertades políticas, tolerancia e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

El deber primordial de una Academia es promover y proteger la vida científica de un país. Sin embargo, las sociedades cultas de Alemania, según mis informes, han tolerado sin protestar que una gran proporción de científicos y estudiantes alemanes, y asimismo de calificados profesionales, se hayan visto privados de toda posibilidad de trabajar y ganarse la vida en Alemania. No me interesa pertenecer a sociedad alguna que se comporta de ese modo, aun cuando su actitud se deba a presiones externas.

El que encuentra una idea que nos permite penetrar un poco más a fondo en el eterno misterio de la naturaleza ha obtenido una gran gracia. Si además le llega el reconocimiento, la simpatía y la ayuda de las mentes más esclarecidas de su tiempo, recibe una felicidad que casi supera a la capacidad humana.

Los alemanes, el pueblo alemán en su conjunto, son responsables de este asesinato en masa [referencia al ghetto de Varsovia], y deben ser castigados como pueblo, si hay justicia en el mundo… Detrás del partido nazi está el pueblo alemán, que eligió a Hitler después de que este hombre hubo dejado muy claras sus vergonzosas intenciones en sus libros y discursos, respecto a los cuales no se concibe la posibilidad de una interpretación errónea. Los alemanes son el único pueblo que no se opuso a la persecución de los inocentes.

Cuando estén derrotados y se lamenten de su destino no deberemos dejarnos engañar y hemos de ser conscientes de que emplearon, deliberadamente, el sentimiento humanitario de los demás para ejecutar su último y más monstruoso crimen contra la humanidad.

Me invade una sensación de malestar cada vez que se acerca mi inevitable cumpleaños. La esfinge se pasa el año observándome fijamente y recordándome con dolor la existencia de lo Incomprendido, y borra los aspectos personales de mi existencia. Llega entonces ese día nefasto en que el cariño que me expresan mis amigos se reduce a un estado de desesperación e impotencia…

La esfinge no me deja libre ni un instante, y no consigo evitar mis remordimientos de conciencia por ser incapaz de hacer justicia a todo ese cariño, pues no tengo descanso ni libertad interior.

Estoy fascinado por su Virgilio [escribe al autor, H. Broch], y al mismo tiempo me resisto a él con todas mis fuerzas. El libro me demuestra con claridad lo que perdí cuando me vendí en cuerpo y alma a la ciencia, la huida del yo y el nosotros hacia el ello.

Te imaginas [carta a Solovine] que al volver la mirada sobre lo que he hecho en mi vida lo hago con calma y satisfacción. Sin embargo, observadas de cerca las cosas son muy distintas. No hay un solo concepto del que tenga la seguridad de que se mantendrá firme, y no estoy convencido de ir, en general, por el camino correcto.

La naturaleza, o más precisamente la experiencia, no dice nunca sí a una teoría. En las circunstancias más favorables dice puede ser, y en la mayoría de los casos dice no.

Reflexionar hasta que las tinieblas se conviertan en luz de comprensión.

¡Perdóname, Newton! Tú hallaste el único camino posible para un hombre de pensamiento más agudo y de fuerza creadora más grande. Las concepciones que creaste determinan aún hoy nuestro impulso en el dominio de la física, aunque sepamos que, en adelante, si aspiramos a una comprensión profunda del conjunto de las relaciones, deben ser reemplazadas por otras más alejadas de la esfera de la experiencia inmediata.

Durante un año [dice a los periodistas norteamericanos] he intentado condensar la teoría de la relatividad en un libro y aún no lo he conseguido. Se trata de una teoría del espacio y el tiempo (insiste) Está bien (prosigue), como broma, y sin que ello se tome demasiado literalmente, les diré que la relatividad tiene ese efecto frente a cualquier idea sobre el universo.

Hasta ahora la concepción del tiempo y del espacio era tal que si se sacara todo lo que hay en él, sin que quedase nada, todavía quedaría para el hombre el tiempo y el espacio. Pero es que con mi teoría, inclusive el tiempo y el espacio dejarían de existir porque están inseparablemente unidos a las concepciones de la materia. (Como consecuencia un diario publicó un gran título: “Einstein dijo hoy que había destruido el tiempo y el espacio”)

Es admirable lo que realizan los hombres que se zambullen en el agua [se refiere a los hindúes]. Y siempre lucen una sonrisa en su rostro, cuando se sacrifican por el sucio dinero y para complacer a gente harta de todo, que es lo bastante abyecta para disfrutar con todas estas cosas…

No se deje asustar por la señora Einstein. Ella está aquí para protegerme.

Ciertamente, hubiera podido imaginarme [dice al ver su estatua esculpida en piedra en los muros del Riverside Church, Manhattan,] que harían de mí un santo judío, pero nunca creí que me convertirían en santo protestante.

Lo mas hermoso de la vida es lo insondable, lo que está lleno de misterio. Es este el sentimiento básico que se halla junto a la cuna del arte verdadero y de la auténtica ciencia. Quien no lo experimenta, el que no está en condiciones de admirar o asombrarse, está muerto, por así decir, y con la mirada apagada.

Texto de Albert Einstein en "Mi Credo Humanista", Editora Leviatan, España,1991, traducción Alfredo Llanos y Ofelia Menga. Digitalizacion, adaptación y ilustración para publicación en ese sitio por Leopoldo Costa.

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